¿Qué sucederá con el aumento previsto para diciembre? La nueva ley de movilidad establece un mecanismo inédito para el cuarto aumento del año, imponiendo la existencia de un techo
En el marco de la ley de movilidad, en septiembre se aplica el tercer aumento del año para los jubilados y pensionados del régimen nacional. Con el anuncio de un 12,38% de incremento surgió inmediatamente una duda: ¿ganan o pierden los jubilados frente a la inflación este año? La respuesta es que, por ahora, siguen perdiendo. Y así cumplen el cuarto año consecutivo de deterioro previsional.
En 2018 y 2019 la pérdida de todos los jubilados y pensionados frente a la inflación alcanzó el 19,5%. La promesa era que, en los trimestres subsiguientes, cuando la suba de precios frenara, los incrementos compensarían la pérdida. Pero eso nunca sucedió. Ni el freno en la suba de precios, ni la compensación de la pérdida.
En 2018 y 2019 la pérdida de todos los jubilados y pensionados frente a la inflación alcanzó el 19,5%
En 2020 el presidente Alberto Fernández puso fin a la ley de movilidad y otorgó durante todo el año aumentos por decreto. Los incrementos se decidieron de manera discrecional y el primero de ellos se estableció en un monto fijo más un porcentaje. Esto generó una modificación diferencial según la escala de haberes, siendo el incremento interanual de entre el 24,3% (en el caso del haber máximo) y 35,3% (en el caso del haber mínimo). Dado que la inflación para el 2020 alcanzó el 36,1%, las jubilaciones perdieron el año pasado entre el 0,8% y el 8,7%.
Por otra parte, en lo que va del 2021, los jubilados pelean trimestre a trimestre por neutralizar la inflación. El primer aumento de la ley de movilidad fue en marzo y respondió a los indicadores del último trimestre del año anterior. La inflación para ese período había sido del 11,34% y el aumento fue del 8,07%. En junio se dio el segundo ajuste, que tomó en cuenta los índices del primer trimestre del año. Los jubilados recibieron un 12,12% de mejora, mientras que la inflación para igual período fue del 13%. El aumento que llega a partir de septiembre es el primero que supera tímidamente la inflación. El aumento anunciado fue del 12,38% en base a los indicadores del segundo trimestre del año, mientras que la inflación del período fue del 10,6%.
El aumento que llega a partir de septiembre es el primero que supera tímidamente la inflación
El hecho de que los aumentos que arroja la nueva ley de movilidad sean insuficientes no es un secreto. De hecho, fue el motivo por el cual se implementó este año el pago de bonos extraordinarios. La Anses realizó un pago adicional de $1.500 en abril y otro de $1.500 en mayo a todos aquellos que ganaran menos de un haber y medio mínimo ($30.857). En agosto se implementó el tercer bono, por una suma de $5.000 que alcanzó a quienes tuvieran ingresos inferiores a dos haberes mínimos ($46.130). A diferencia de las oportunidades anteriores, se dispuso un bono menor para quienes percibieran haberes de hasta $51.130 (el tope sumado al monto del bono). De esta manera, los jubilados y pensionados que ganaban entre $46.130 y $51.130 percibieron un bono por la diferencia hasta completar los 51.130 pesos.
Es importante destacar que un efecto colateral de este tipo de medidas es el achatamiento de la pirámide de haberes, dado que se compensa solo a los segmentos más bajos de la escala. Tanto en el caso de los bonos extraordinarios como en el de aumentos otorgados mediante la combinación de sumas fijas más porcentaje, las jubilaciones medianas y altas se encuentran entre las más castigadas.
Si la variación en la recaudación interanual del organismo fuera un 35% (techo), los jubilados recibirán un 2,43% de aumento en diciembre en lugar del 10% que les correspondía
Y en este punto se abre un nuevo interrogante. ¿Qué sucederá con el aumento previsto para diciembre? La nueva ley de movilidad establece un mecanismo inédito para el cuarto aumento del año, imponiendo la existencia de un techo. Se deberá comparar el aumento de los haberes que arroje la fórmula versus la recaudación total interanual de Anses, menos los tres aumentos anteriores, y aplicar el porcentaje menor. Traducido: si los primeros tres aumentos arrojaron una suba del 32,57% y el cuarto aumento del año debiera ser del 10%, antes de pagarlo debo verificar como le fue a la Anses recaudando. Si la variación en la recaudación interanual del organismo fuera un 35% (techo), los jubilados recibirán un 2,43% de aumento en diciembre en lugar del 10% que les correspondía. Si la recaudación de Anses sufre un deterioro, los haberes de los jubilados también.
Seguro el lector se preguntará, ¿qué sucede si al organismo le va muy bien recaudando? La mejora no se traslada a los jubilados. Es decir, si la fórmula arrojara un aumento para diciembre del 10%, sumado a los otros tres aumentos, se alcanzaría un total anual de 42,57%. Suponiendo que la recaudación de Anses tenga una variación positiva del 50%, ese 7,43% no se traslada a los beneficiarios, se reconoce únicamente el 42,57% que les correspondía originalmente. Socios en las pérdidas, pero no en las ganancias.
La realidad se impone. Es imprescindible frenar a la inflación. De lo contrario, no hay fórmula de movilidad que pueda sostener los ingresos de 18 millones de beneficiarios que perciben sus haberes a través de la Anses. Ni la de Mauricio Macri, ni la de Alberto Fernández.